La falta de sueño conlleva un aumento de las hormonas que incitan al apetito y, concretamente, a la ingesta de alimentos ricos en grasa y azúcares, según el profesor Felipe Casanueva, presidente de la Sociedad Española del Estudio de la Obesidad (SEEDO). Inversamente, basta una hora de diferencia en la duración del sueño para que se pongan en marcha los mecanismos que nos ayudan a mantener el peso.
“Entre ellos explica el doctor Javier Salvador, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN)-, cabe destacar el papel de dos hormonas relacionadas con el apetito y que se modifican con las horas de sueño, como son la LEPTINA, que inhibe la sensación de hambre, y la GHRELINA, que estimula el apetito”. Así, a menor tiempo de sueño, las concentraciones de leptina disminuyen y aumentan las de ghrelina, o lo que es igual, cuanto menos dormimos más queremos comer”.
Dormir al menos 8 horas diarias es, según los expertos, una de las pautas que deben adoptarse para mantener un peso adecuado. En palabras del doctor Albert Lecube, coordinador del Grupo de Trabajo de Obesidad de la SEEN, “recientemente se ha comprobado por primera vez que un aumento en el número de horas de sueño modifica el peso corporal. En concreto, durante un periodo de 6 años, aumentar las horas de sueño de 6 o menos hasta 7-8 horas, se acompaña de un menor aumento del Índice de Masa Corporal y de una menor acumulación de grasa corporal”.
Numerosos estudios sugieren una estrecha relación entre las horas de sueño y la presencia de obesidad en niños, adultos y gente mayor. “Se ha constatado que los niños obesos duermen menos que aquellos niños que tienen normopeso”, explica el profesor Casanueva. “En España”, añade, “los niños duermen una media de menos de ocho horas al día, algo insuficiente y que, además, provoca otros hábitos perjudiciales con repercusión negativa en el incremento del peso corporal, como es no desayunar”. De hecho, el profesor Casanueva hace hincapié en el gran problema que supone la obesidad infantil, “dado que un alto porcentaje de niños obesos mantiene este trastorno cuando son adultos”.
Al contrario, los niños que más duermen durante sus primeros 11 años de vida tienen un menor riesgo de ser obesos en la edad adulta, independientemente del sexo, las horas que pasan viendo la televisión, la situación socioeconómica de los padres o la actividad física que realicen. Según el doctor Lecube, “actualmente se considera que en los niños, dormir 5 o menos horas casi duplica el riesgo de ser un adulto obeso”.
La falta de sueño conlleva un aumento de las hormonas que incitan al apetito y, concretamente, a la ingesta de alimentos ricos en grasa y azúcares, según el profesor Felipe Casanueva, presidente de la Sociedad Española del Estudio de la Obesidad (SEEDO). Inversamente, basta una hora de diferencia en la duración del sueño para que se pongan en marcha los mecanismos que nos ayudan a mantener el peso.
“Entre ellos explica el doctor Javier Salvador, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN)-, cabe destacar el papel de dos hormonas relacionadas con el apetito y que se modifican con las horas de sueño, como son la leptina, que inhibe la sensación de hambre, y la ghrelina, que estimula el apetito”. Así, a menor tiempo de sueño, las concentraciones de leptina disminuyen y aumentan las de ghrelina, o lo que es igual, cuanto menos dormimos más queremos comer”.
Dormir al menos 8 horas diarias es, según los expertos, una de las pautas que deben adoptarse para mantener un peso adecuado. En palabras del doctor Albert Lecube, coordinador del Grupo de Trabajo de Obesidad de la SEEN, “recientemente se ha comprobado por primera vez que un aumento en el número de horas de sueño modifica el peso corporal. En concreto, durante un periodo de 6 años, aumentar las horas de sueño de 6 o menos hasta 7-8 horas, se acompaña de un menor aumento del Índice de Masa Corporal y de una menor acumulación de grasa corporal”.
Numerosos estudios sugieren una estrecha relación entre las horas de sueño y la presencia de obesidad en niños, adultos y gente mayor. “Se ha constatado que los niños obesos duermen menos que aquellos niños que tienen normopeso”, explica el profesor Casanueva. “En España”, añade, “los niños duermen una media de menos de ocho horas al día, algo insuficiente y que, además, provoca otros hábitos perjudiciales con repercusión negativa en el incremento del peso corporal, como es no desayunar”. De hecho, el profesor Casanueva hace hincapié en el gran problema que supone la obesidad infantil, “dado que un alto porcentaje de niños obesos mantiene este trastorno cuando son adultos”.
Al contrario, los niños que más duermen durante sus primeros 11 años de vida tienen un menor riesgo de ser obesos en la edad adulta, independientemente del sexo, las horas que pasan viendo la televisión, la situación socioeconómica de los padres o la actividad física que realicen. Según el doctor Lecube, “actualmente se considera que en los niños, dormir 5 o menos horas casi duplica el riesgo de ser un adulto obeso”.
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